lunes, 4 de junio de 2012

Historia de las revelaciones del Apóstol 4

UNA CRUZADA DE VIRILIDAD


Él me miró con esa ternura firme con la que solo el Ápóstol mismo sabe mirar y agitó su túnica carmesí al tiempo que exclamaba:

- Dios dispone en lo grande y en lo pequeño. Mañana sabrás de mí.

- Pero Santo Apóstol, ¿qué puedo hacer yo, un pecador insignificante,  frente al mal del mundo, frente al mal de Internet?

- Pronto lo sabrás. Yo he de revelarte nocturnamente mis mandatos para que los difundas sin desaliento por Internet, por esos blogs del diablo, por donde yo te indique en cada momento, sin preguntas ni inconstancias. ¡Hace falta una cruzada de virilidad y de pureza para que contrarreste y anule la labor salvaje de las páginas webs de quienes creen que el hombre es una bestia!

Yo no entendía bien sus palabras pero su resplandescencia me subyugaba.

De repente, él Apóstol en su misma persona se desvaneció entre una especie de humo color canela, dejando en derredor la nieve derretida y los sagrados restos de los alimentos (el bocadillo) que estaba ingiriendo.

Siempre guardé ese emparedado en mi corazón y en una urna de metacrilato que puse en mis aposentos para mirar los alimentos del Apóstol cuando se me aparecía nocturnamente en su misma persona.

jueves, 31 de mayo de 2012

Expulsar al Apóstol de tu vida

El Apóstol me encomienda que transmita unas palabras a través de esta, su página web, para alertar a los fieles del peligro de expulsar al Apóstol de sus vidas, de sus corazones, de sus oraciones o de sus sitios de Internet.

Unas semanas ha que en un sitio web, habitado por el Demonio en su misma persona, se censura y se persigue con saña al Apóstol como se persiguió a los primeros cristianos, vetando sus intervenciones a través de mí, su humilde portavoz, o llamando locura a lo que solo es celo en difundir los sagrados preceptos de nuestro Apóstol.

Quien así obra abusa de la libertad que ha recibido del Cielo y de seguro que no purifica los alimentos antes de ingerirlos ni recita un Padrenuestro antes de comenzar a comer con su familia. Se empieza por descuidar lo pequeño y se acaba por blasfemar pretendiendo censurar lo que el Apóstol quiere decir al mundo por mi conducto humilde.

El Apóstol amenaza con castigo severo a los descarriados que teniendo formación cristiana y dones para discernir se empeñan en hacer oídos sordos a lo que el Apóstol manda y taponan también los oídos de los demás creyentes. Solo queda rezar la Salve con energía y pedir por sus almas, pues el Apóstol es severo pero a la vez misericordioso.